Nos costó bastante acostumbrarnos: nos tomó tiempo aprender a besarnos, a abrazarnos, a dormir juntos sin que mis huesos la hirieran y sin que sus muslos me cortaran la circulación. Dicen que dormir es el acto preferido del amor. No sabría decir. Pero a juzgar por mi experiencia, el amor sería entonces un acto premeditado (¿de quién, en todo caso?).

Nada parecido a esa espontaneidad barata y acuosa que nos dan a beber en la TV. A ella la inventé antes de conocerla, y luego la desconocí mientras la imaginaba. Era una mujer-modelo escondida detrás de capas de abstracción y fantasía. Era mi propia Mia Wallace, mi propia Uma Thurman, mi propia estrella porno. Ella es una mujer de mi imaginación, mi propio destino inventado. Nunca estaba de cuerpo entero frente a mí, siquiera cuando bailaba Dream On desnuda y yo seguía sus caderas mientras recitaba "dream until your dreams come true"... no he vuelto a escuchar la canción: no creo que lo haga nunca. Pero los sueños rara vez se hacen realidad. Al menos a mí no me pasa nunca. No hay nada de espontáneo en esto. Sino años de imaginería, de recreación de un mundo que me desagrada y desconozco. Un mundo atroz, donde la vida se transforma en el mar de los naufragios.