II.2 - Interdisciplinariedad.
Otra cuestión importante es que el concepto de Net.Art se asocia casi exclusivamente a las artes visuales. Independientemente de que se considere un género, un hito o un movimiento, el Net.Art es concebido y estudiado, desde las artes plásticas. Las obras como My Boyfriend Came Back from the War, de Olia Lialina, que tiene una evidente tendencia literaria, han hecho poca mella en esa barrera disciplinar. En consecuencia, numerosos intentos artísticos escapan al análisis de los teóricos que se acercan a este fenómeno. Es una realidad de nuestra época, que las prácticas artísticas tienden a eliminar estas delimitaciones maniqueas. Como afirma Arthur Danto, a quien se cita a continuación: "las fronteras entre la pintura y el resto de las artes (la poesía y la interpretación, la música y la danza) se han hecho radicalmente inestables" [67]. La noción de Prácticas Artísticas de Internet, apunta desde su concepción a la interdisciplinariedad. Esta vaguedad disciplinar es imprescindible, pues las obras que abordan la red de redes como medio de expresión, provienen de los más diversos campos artísticos. Es en este sentido en el que José Luis Brea afirma lo siguiente: "pienso que el más alto potencial del net.art reside justamente en su capacidad de interacción crítica con el actual campo expandido del conjunto de las prácticas artísticas y culturales, nunca en el encierro disciplinar en los límites de su propia definición autónoma. Si analizamos cuáles son los grandes desafíos, las grandes constelaciones problemáticas que perfilan el interrogante de nuestro tiempo sobre las prácticas artísticas y la transformación de su sentido en las sociedades actuales, veremos que el net.art tiene, al menos potencialmente, mucho que decir, mucho que aportar al respecto" [68]. En la interacción entre varias disciplinas y en la hibridación, reside una parte notable del potencial que encierran estas prácticas.
Muchas de las obras que se han analizado durante la investigación son reacias a dejarse clasificar en una u otra disciplina, y muy a menudo presentan problemas insolubles a los que intentan su categorización. Como afirma N. Katherine Hayles: "Like the boundary between computer games and electronic literature, the demarcation between digital art and electronic literature is shifty at best, often more a matter of the critical traditions from which the works are discussed than anything intrinsic to the works themselves." [69]. Para ejemplificar lo anterior, se citan algunas obras que pueden ser interpretadas al mismo tiempo como pertenecientes al Net.Art y a la Literatura Hipertextual [70]. Se trata de las obras Yonky (2007), de Kevin Beovides y José Estuardo, y Greca (2008) de Kevin Beovides. La primera puede describirse como un monólogo interior, cuyas oraciones se auto-organizan de manera aleatoria, cada vez que el usuario accede a la página. El flujo de pensamiento versa sobre las alucinaciones de una adolescente mientras consume drogas, intercalados con algunos de sus recuerdos. Una secuencia de fotografías animadas acompaña a las palabras. La segunda pieza fue escrita a raíz de la separación del artista y su pareja, y trata sobre el amor. Es un poema hipertextual [71], y por ende, de estructura no-lineal, en el cual se acude a recursos como ventanas emergentes y notas que se abren, para convertir la lectura en una riesgosa navegación. El texto es a menudo base para las imágenes, pues en la obra se hace uso extenso del arte ASCII [72]. También se incluyen fotografías, animaciones, sonidos y música. Estas dos piezas han sido expuestas en galerías como Net.Art (ambas pueden encontrarse en Internet), y se han divulgado como literatura, más específicamente como Literatura Hipertextual. En ambos roles han sido aceptadas por los espectadores. Es esta ambigüedad la que sugiere la necesidad de una mirada radicalmente interdisciplinaria sobre estas prácticas.
Si se sostiene con M. Heidegger que la búsqueda de la esencia es la búsqueda del origen, entonces la Literatura Hipertextual y el Net.Art deben ser consideradas prácticas separadas; e incluso un tanto divergentes, debido a que los ámbitos de la literatura y la plástica, de donde provienen respectivamente, están claramente diferenciados. Las esencias de estas manifestaciones caerían dentro de las mencionadas especialidades, y por tanto habría de reconocerse que cualquier coincidencia entre ambas sería casual, y por demás, estaría ubicada en las fronteras. Pero la posibilidad de reinterpretar algunas obras desde uno u otro concepto, alienta a suponer que algo resulta infundado en estos razonamientos. La búsqueda de los orígenes puede conducir a través de falsos derroteros, dentro de los laberintos de la de la fragmentación y especialización de todos los ámbitos de la actividad humana, que ha tenido lugar en la modernidad. Mientras, las obras antes mencionadas suelen ser eclécticas, y el medio mismo en que se desenvuelven, propenso a la hibridación de géneros.
Independientemente de cómo se clasifiquen, es evidente en ambas obras el uso de las mismas tecnologías, estas son, las asociadas a Internet, como las páginas Web y en consecuencia los hipertextos. Es importante anotar que desde su concepción, fueron pensadas para ser alojadas en la red de redes, de forma que el medio resulta esencial para las mismas. Pero resulta que los conceptos de Net.Art y Literatura Hipertextual, guardan relaciones diferentes con Internet. Del análisis de estas divergencias emergen interesantes contradicciones.
En cuanto al Net.Art, unas pocas palabras deben bastar, ya que su presencia en la red de redes no es anecdótica, sino la esencia de su propio concepto. O sea, esta práctica artística depende por completo de la presencia de Internet y las tecnologías relativas a ese medio, sin las cuales no podría siquiera existir. En principio, se puede descargar cualquier obra de Net.Art y conservar una copia en una maquina aislada. Pero los críticos coinciden en que el resultado de esta operación, es equivalente a hacer una foto de un cuadro en un museo. La obra misma se escapa y la copia no tiene valor alguno, conserva su caparazón, pero su vida ha terminado cuando abandonó Internet.
Por el contrario, la Literatura Hipertextual no tiene que darse necesariamente dentro de Internet. De hecho, se han intentado varias estrategias para la creación, desde un libro al que se le agregan algunas herramientas poco tradicionales (piénsese en Rayuela, de Julio Cortazar, y su índice de lectura alternativa), hasta programas que permiten hacer una lectura no lineal. Aunque la naturaleza misma de la hipertextualidad, que implica conexiones entre los nodos de contenido, parecería ajustarse de manera natural a Internet, y en especial a la tecnología de las páginas Web, ningún teórico afirma que ésta deba ser su destino fatal. De lo anterior se deduce que una obra de Literatura Hipertextual, puede ser descargada de la red sin que se pierda su esencia en el proceso.
En resumen, parecería que el Net.Art es una práctica que sólo se da en el contexto de Internet, y depende por completo de las tecnologías asociadas a la red de redes, mientras que la Literatura Hipertextual usa por conveniencia y comodidad estas tecnologías. Al descargar de la red la pieza Greca, desde su interpretación como un Hipertexto Literario, se tendría una copia común de la obra. Esta es una situación natural y esperada, pues según lo escrito antes, los Hipertextos Literarios no parecen sufrir grandes transformaciones al abandonar la red. Mientras que, desde su interpretación como Net.Art, se tendría una copia muerta de la obra. La obra pues se habría perdido y no al mismo tiempo.
Una solución a la anterior contradicción consistiría en aceptar que el Net.Art puede existir fuera de Internet. Esto parece un sin sentido, sería como decir que una obra que depende la red, puede existir sin la red. No se está discutiendo aquí la misma cuestión que en el acápite anterior. Antes se debatió si todas las obras debían estar por fuerza ancladas en la WWW. Ahora se discute si pueden existir sin relación alguna, independientemente, de Internet. Esto último es imposible por la misma definición, ya que el medio natural para la obra es la red de redes, en el mismo sentido y debido a que estas prácticas son herederas, de las "aventuras del site-specifity" [73]. Lo que se tiene, en suma, después de descargar una obra de Net.Art de la red, es una copia sin valor, que sirve a lo sumo como documentación.
La segunda solución sería declarar la dependencia de la Literatura Hipertextual de las tecnologías asociadas a Internet. O sea, asumir que esta última, al igual que el Net.Art, existe sólo en la red de redes. Pero la historia no justifica esta afirmación. A lo largo de las últimas décadas la Literatura Hipertextual ha adoptado múltiples soportes, estrategias y medios, entre los cuales se cuenta Internet, pero sólo como una de esas aventuras creativas. La contradicción descubierta se presenta como insoluble.
Sin embargo, si las obras mencionadas se observan desde la noción de Práctica Artística de Internet, la contradicción se presenta como falsa. Al no estar lastrada por la distinción disciplinar entre literatura y plástica, la ambigüedad descrita en las piezas desaparece. Lo que nos permite afirmar que (al igual que ocurre con el Net.Art) todas las piezas creadas para explorar Internet como medio de expresión, pierden su más íntima vitalidad al abandonar la red. En tanto piezas de Net.Art, las obras descritas anteriormente, pueden ser vistas desde la noción de Prácticas Artísticas de Internet sin ningún exabrupto, pues esta noción se ha desplegado en constante contrapunto con el concepto de Net.Art. Queda por explicar cómo pueden estas obras, en tanto Literatura Hipertextual, ser vistas desde la noción de Prácticas Artísticas de Internet.
Un primer indicio de que este es el camino correcto, reside en el nombre mismo de Literatura Hipertextual, y la tecnología que usa, o sea, la del hipertexto. Esto es bastante más que una coincidencia. La manera en que se han desarrollado los conceptos en la tecnología y en la narrativa no ha sido independiente. Responden a cierta intuición que flota sobre la cultura desde mediados del siglo XX; aunque no fue hasta finales de ese mismo siglo, que la idea de la hipertextualidad, y de la combinación orgánica de texto, fotos, música y vídeo, se puedo finalmente concretar en forma de una red mundial de ordenadores conocida como Internet. En este sentido Lev Manovich argumenta: "In the last few decades of the twentieth century, modern computing and network technology materialized certain key projects of modern art developed approximately at the same time. In the process of this materialization, the technologies overtook art. That is, not only have new technologies - computer programming graphical human-computer interface, hypertext, computer multimedia, networking (both wired-based and wireless) - actualized the ideas behind projects by artist, they have also extended them much further that the artist originally imagined. (...) Thus we find next to each other a story by Jorge Luis Borges (1941) and an article by Vannevar Bush (1945) which both contain the idea of a massive branching structure as a better way to organize data and to represent human experience." [74]. Por otra parte, los primeros experimentos donde se entrelazan la computación y la poesía datan de la década del sesenta. Margaret Masterman creó lo que ella denominó "la máquina de hacer haikús". El autor Alejandro Palma, en su libro "Redvistas", nos dice sobre la misma: "Se trataba de un programa que dadas ciertas palabras y dictado un algoritmo determinado, permitía al usuario crear su propio haiku. (...) El experimento no pasó de ser una mera curiosidad en una feria cibernética en 1969, pero sentó los precedentes para los experimentos venideros sobre creación de poesía a través de la computadora." [75] De forma que, tanto el uso de los ordenadores para la creación, como la idea de la escritura hipertextual, tienen raíces que se hunden en la historia del siglo XX. No se trata, por tanto, de caprichosas eventualidades contemporáneas, sino de la consolidación de fenómenos que llevan décadas tomando forma.
Esta realidad no es universalmente aceptada aún por teóricos y escritores, que se niegan a aceptar que las herramientas de las que carecían los pioneros, como Julio Cortazar, ya están disponibles. Aquellos precursores intentaron llevar al libro impreso, una intuición creativa que lo excedía, y para la cual este era inadecuado como medio. Hoy existe una nueva tecnología, la página WEB, que, mucho más dúctil, da cabida e incluso sobrepuja, a los sueños de aquellos originales creadores. La resistencia contra los razonamientos anteriores proviene del fenómeno que ha sido denominado mentalidad-impresa, que identifica a toda la literatura con la literatura impresa. Para entender porque éste punto de vista resulta estrecho, es necesario tener en cuenta que aunque el libro parezca un objeto natural, es en realidad un producto humano históricamente limitado y determinado. El teórico Alejandro Palma resume con maestría lo anterior: "Es inevitable que nuestra literatura desde hace dos siglos está concebida en término de libro objeto; en parte muchos de los esfuerzos de la poesía experimental se han concentrado en despojarnos de dicha noción y ahora, con el uso de la pantalla en la Red, se hace evidente que la representación de lo poético en la hoja de papel es meramente circunstancial." [76] El problema reside en que esta mentalidad-impresa, es llevada a las nuevas prácticas como la Literatura Hipertextual, de forma que se exige y espera de ésta, lo mismo que de un libro [77]. De esta forma termina obviándose gran parte de las riquezas y posibilidades que brindan los nuevos medios, así como las transformaciones a que someten a la experiencia contemporánea de la lectura.
La hipertextualidad es el lenguaje de la red y tanto el Net.Art, como Literatura Hipertextual, lo hablan fluidamente. No hay nada de sorprendente en que esta última, adopte la red como medio propio. Cuando así lo hace, no parece que se pueda objetar nada a que se asuma como Práctica Artística de Internet. Se deben aclarar dos cosas respecto a esta afirmación. La primera es que, hasta este punto, se tiene un indicio, una sospecha, más que una certeza respecto a la afirmación anterior. La segunda, es que no todas las obras de Literatura Hipertextual deben ser consideradas bajo la noción que se propone como resultado de la investigación, sino sólo aquellas que usen Internet y exploren su lenguaje al hacerlo.
Esta solución nos lleva a considerar qué ocurre cuando se recorre el camino contrario, o sea, cuando en vez de ser descargadas, las obras suben a Internet. Las obras de Net.Art no tienen a Internet como medio idóneo, sólo porque sus creadores insistan en ello. Sino porque los objetivos de esta práctica giran en torno a explorar el medio, redefinir su discurso y, en definitivas, a generar el medio mismo. Este es el ancla que mantiene al Net.Art alejado de las aisladas costas offline, y lo perpetua en el océano de Internet. Este objetivo no es, en todo caso, contrario a la narración o la poesía. Ya que desde ambas se puede tanto estructurar un nuevo discurso para el medio, como explorar los límites del mismo. No obstante lo cual, la Literatura Hipertextual carece a primera vista, de objetivos similares a los descritos como propios del Net.Art, aun cuando se oriente definitivamente a Internet. Por lo que la existencia en los predios de esta última, de obras de Literatura Hipertextual, parecería ser casual o debido a razones utilitarias.
Se podría suponer, a modo de experimento mental, que la pieza Greca fue concebida estrictamente como Literatura Hipertextual. En este sentido, nada la ata o une conceptualmente a Internet. Al ser evaluada bajo ese punto de vista, se percibe como un texto de tonos poéticos, y realiza su función narrativa cabalmente. Luego, siguiendo el experimento, se sube la obra a Internet. Una vez que esto ocurre, la pieza empieza a ser percibida por curadores y artistas como una obra de Net.Art. Es en calidad de pieza de Net.Art, en tanto perteneciente a este concepto, que llega a las galerías. Encontró espacio con total naturalidad en la exposición "Torbellino II" (Galería Habana, Ciudad de la Habana, 2011). Súbitamente, se puede constatar que la pieza se ha enriquecido al ganar nuevos objetivos artísticos, aquellos que adquiere por pertenecer ahora al Net.Art. En otras palabras, puede suceder (incluso inadvertidamente para su autor) que al subir a Internet una obra que está dentro de la categoría de Literatura Hipertextual, la pieza misma se enriquezca. Y ahora se podría preguntar ¿qué mejor espacio (aunque sea virtual) hay para una obra que aquel que la enriquece? [78]
Antes de continuar se debe responder a la objeción, lógica en todo caso, de que el experimento mental antes propuesto, parece hacer referencia a una sola obra, un caso que se puede decir es casual y arbitrario, y que no necesariamente da pie a razonamientos generales. La forma más simple de contestar a esta objeción es que en la práctica, otras piezas han tenido destinos similares, y por tanto, Greca no constituye un caso aislado. La pieza Yonky, antes descrita, surgió como Literatura Hipertextual y fue expuesta como Net.Art en "Fuerte es el Morro, Who I Am" (Espacio Aglutinador. Ciudad de la Habana, en el 2009). Otro tanto ocurrió con, Apariciones (2006), del mismo artista, que fue creada como Literatura Hipertextual, y luego reclasificada como Net.Art. La ambigüedad disciplinar antes notada, no se debe a error o confusión por parte de los curadores, sino que está implícita en las propias obras. Otro ejemplo, quizás más revelador, es el de la obra Poemas Visuales (2010), de Samuel Riera. En principio, se trata de una serie de poemas visuales, como el título indica, que adoptan la forma de animaciones. En el 2010, Samuel Riera creó una versión WEB de estos poemas, con el objeto de subirlos al proyecto El Diletante Digital. A pesar de que se le brindo ayuda para la programación de la página WEB, Samuel Riera decidió realizar él mismo el diseño y la programación. El autor entonces se planteó la navegación dentro de un espacio bidimensional, donde el espectador debía encontrar su camino, explorando la página más allá de los límites de la pantalla. Para ello distribuyó los vínculos (que adoptan la forma de números) a los poemas, de manera caprichosa y desorganizada, lo que obliga al espectador a recorrer la composición visual en busca de los mismos. Este intento de replantear la navegación, no ya desde el orden cronológico o numérico de los textos, sino desde la perspectiva de una riesgosa exploración del espacio, es sin dudas un intento de generar un nuevo lenguaje en la red.
De todo lo anterior parecería seguirse que la Literatura Hipertextual, cuando incursiona en y depende de las tecnologías de la red de redes, comparte con Net.Art los objetivos de redefinir el medio y su discurso. Es lógico, por tanto, encontrar obras mixtas que desafíen los intentos de clasificación disciplinar. Tampoco resulta sorprendente que en los textos ya históricos de los creadores de Net.Art, aparezcan términos como "net.story teller" [79], cuyo significado parece esclarecedor, acompañando precisamente a la obra antes citada My Boyfriend Came Back from the War, de Olia Lialina. Lo que nos pone frente a otra dificultad. Si antes se evidenciaba una contradicción cuando la obra era sacada de la red, ahora ocurre que al momento de entrar en la misma. De ser la Literatura Hipertextual simplemente literatura, donde el contenido esta organizado de una manera diferente, a saber, de forma hipertextual, no debería ganar valores estéticos al subir a Internet, pero sin embargo, ocurre que se enriquece. O puesto de otra manera, la misma obra tiene una serie de objetivos (como Net.Art), y no los tiene (como Literatura Hipertextual), al mismo tiempo.
Siguiendo el mismo método que se adoptó antes, se pueden plantear dos soluciones a esta nueva contradicción. Lo que permite además, desestimar ambas con razonamientos similares a los que ya se usaron. La primera solución consiste en afirmar que el Net.Art carece de los objetivos mencionados y que los adopta sólo circunstancialmente; mientras que la segunda solución, radica en aceptar que toda la Literatura Hipertextual comparte estos mismos objetivos. Ambas respuestas a la contradicción son equivocadas. La primera se muestra como absurda, y la segunda no atiende a la larga historia de creación dentro de la Literatura Hipertextual.
Esto nos permite proponer, una vez más, el uso de la noción Prácticas Artísticas de Internet para englobar a las obras, no importa de cual disciplina provengan, que usan la red de redes. Lo que haría que la anterior contradicción se desvaneciese, al desaparecer la división disciplinar que separa a la Literatura Hipertextual del Net.Art. De forma que se podría afirmar, que todas las obras que usan la red de redes como medio de expresión (obras donde la hibridación de géneros y disciplinas se da por descontada) tienden a redefinir el discurso del medio, al reinventar su lenguaje desde la creación artística, y por tanto a recrear el medio mismo.
No es sorprendente encontrar en la red, numerosas páginas dedicadas al tema de la poesía o la narrativa, pues como afirma, Joaquín Maria Aguirre, la Internet "es esencialmente un sistema de publicación" [80]. En la medida en que se desarrollaba la WEB, otros sistemas para la creación de Literatura Hipertextual (como, por ejemplo, Storyspace, que fue el software más usado durante la década del 80 y principios del 90), fueron cayendo en desuso. Con este movimiento hacia la WEB, se produjeron cambios en la propia producción artística. Mientras los primeros trabajos eran conjuntos de lexias (bloques de texto), con poca variedad de colores, y sólo aisladamente incluían animaciones o sonidos, ahora las obras hacían un uso más intenso de las nuevas posibilidades multimediales. Pero estas mudas y renovaciones tienen un impacto más profundo, lo que conduce a N. Catherine Hayles a escribir: "(...) when a work is reconceived to take advantage of the behavioral, visual, and/or sonic capabilities of the Web, the result is not just a Web "version" but an entirely different artistic production that should be evaluated in its own terms with a critical approach fully attentive to the specificity of the medium." [81] La tecnología que claramente llena las expectativas para la creación de la Literatura Hipertextual, a saber, la asociada a Internet, no puede ser usada de manera creativa y, al mismo tiempo, de forma tal que no provoque ninguna onda en la superficie del medio. De forma que al usar la red, es necesario satisfacer otros objetivos emparentados con los del Net.Art, y ajenos a la literatura tradicional. En efecto, es difícil imaginar una intervención artística, cualquiera esta sea, que use la red como medio de expresión y que no cause alguna fluctuación en el discurso de Internet, o intente redefinir de alguna manera sus contornos. Incluso imaginando a un creador completamente desprevenido: ¿qué tan inocente puede ser el diseño WEB que realice, cuando se intenta crear una página que no tiene objeto práctico alguno, un espacio virtual poético por sí mismo? [82]
Atendiendo a la práctica inmediata del artista, los razonamientos antes expuestos pueden reelaborarse como sigue: Si se va a escribir un Hipertexto Literario, seguramente se lo va a escribir para ser leído en una computadora, porque ¿qué otra opción se tiene? ¿Cuál otra tecnología? ¿Microfilms, diapositivas... cartas numeradas? De forma que, si se va a crear dentro de un ordenador y para un ordenador, lo más probable es que se haga también para Internet. La otra opción sería crear un programa que sirva para leer y probablemente crear Hipertextos, en un formato propio, pero esto parece poco práctico, porque genera dificultades tremendas, no sólo desde el punto de vista de la programación, sino además plantea el problema de la distribución del software y la adopción por parte de los usuarios del mismo. Más fácil es, en todo caso, escribir para Internet, debido a que la tecnología necesaria ha sido adoptada universalmente (todos los sistemas operativos vienen con algún browser) y promete, además, la distribución a nivel global de lo escrito. La cuestión es que al tomar la decisión de poner una obra en un sitio Web, o de crear uno original, automáticamente hay que hacerse cargo del medio también. O sea, no se puede subir un sitio web artístico y pretender que no se ha usado el medio. De lo anterior se sigue, casi inmediatamente, la necesidad de aprovechar Internet como medio de expresión, y la búsqueda de un lenguaje propio, o de redefinir el discurso de la red. Esto cae de lleno en el ámbito del Net.Art, y lo más interesante es que se ha llegado a ello, a través de las tendencias implícitas, desde el punto de vista práctico, en la Literatura Hipertextual.
Se puede agregar que si se va a escribir para Internet, se debe escribir en imágenes. En obras como Greca, el texto funciona como imagen, o tiene una dimensión gráfica que no es usual en los libros impresos. Las letras son evidentemente signos visuales, pero esta visualidad se acentúa de acuerdo a su contexto. El texto que aparece en la computadora, proveniente de Internet, es siempre imagen, y conviene tratarlo tanto como imagen y como texto. En el caso del libro impreso la imagen, desde el punto de vista visual, esta dada: la imagen austera del texto negro y el fondo blanco. Pero con Internet no ocurre así, esa imagen nunca está dada, siempre hay que tomar decisiones de diseño, en cuanto a cómo se va a mostrar el texto (aunque sea elegir el font [83], el tamaño y el color de la letra). Incluso al elegir los caracteres negros sobre un fondo blanco, se está tomando una decisión de diseño, que puede implicar una consideración de índole práctica (que la página se va a cargar más rápido y leer más fácil, por ejemplo) o algún contenido que se intenta transmitir con esta simplicidad. Siguiendo a Alejandro Palma: "El transporte del poema de la hoja de papel a la pantalla implica una adaptación a un nuevo espacio, el texto se transforma y por ende su lectura; esto ocurre con muchos poemas desplegados en la Red que han sido publicados también en papel. Nuestra "pulsión icónica" aunada a la noción del poema en la hoja de papel que proviene desde Mallarmé, obliga a que no sólo las palabras cobren significado sino la misma forma en que se despliega el poema escrito a lo largo el terreno que ocupa. (...) Contar con una página infinita (y a la vez virtual) significa un cambio de paradigma en la literatura que abarca desde los espacios hasta la misma sintaxis, deteniéndose también en la reapropiación de formas diversas. Definitivamente el más tradicional de los poemas, un soneto por ejemplo, adquiere un matiz especial al desplegarse en la pantalla, entonces puede uno imaginarse el efecto que producen incursiones menos conservadoras." [84] Siempre hay que diseñar cómo se va a ver el texto, y por tanto, ya que va a ser tratado como imagen, es preferible asumir este punto de vista desde su concepción, o sea, se deben escribir textos-imágenes. Por otra parte la imagen funciona como texto, se usa narrativamente desde el primer momento. Según José Luis Brea: "En el ámbito de la imagen técnica, y muy en particular en el del net-art, se produce la colisión de las economías de la imagen y el texto, debiendo leerse las imágenes como si de escrituras jeroglíficas se trataran -la clásica función del icono- y a la vez los textos son en sí mismos tratados como imágenes, como acontecimientos visuales." [85]. Más abajo en este mismo libro vuelve sobre el tema: "En la red, escritura e imagen disfrutan el mismo statuto -de ambas se tiene una misma experiencia. (...) Seguramente, el máximo potencial subversivo del medio reside en esta propiedad. En la red, la colisión de los regímenes de la imagen y la escritura es absoluta. Y su subversión recíproca: aleja a la escritura de la palabra -del sentido como ya dado- pero también a la imagen de su inocuidad, de su valor de representación. Ella -y aquí esto también se hace evidente- ha de ser leída, interpretada." [86] Estas razones permiten decir que, al asumir la red, la Literatura Hipertextual se vincula desde la raíz al Net.Art, porque la imagen misma del texto es una imagen digital, una imagen heredera, en última instancia, de la imagen en movimiento.
Estos argumentos dinamitan el sentido último de la distinción disciplinar entre literatura y plástica. Y nos permiten concluir, que es completamente natural aceptar las obras de Literatura Hipertextual que usen la red de redes, como pertenecientes a la noción de Práctica Artística de Internet. Se debe aclarar que esta operación conceptual sería innecesaria, si el Net.Art no tuviera la agobiante carga disciplinar que lo arrastra a la plástica. Este aspecto del concepto de Net.Art, se matiza constantemente en los textos, pero nunca se elimina por completo, y los estudios se realizan en definitivas, desde una inconmovible perspectiva disciplinar. Lo que significa que sólo se destacan o se ven en las obras, aquellas cualidades que, bajo determinado instrumental teórico, a saber, el de aquella especialidad desde cuyo marco se realice el análisis, sean susceptibles de examen. El estudio que se realiza desde la noción de Prácticas Artísticas de Internet, carece de estas limitaciones, o sea, se trata de un enfoque verdaderamente interdisciplinario. Esta exigencia responde a la naturaleza misma del fenómeno, pues como dice N. Katherine Hayles: "The multimodality of digital art works challenges writers, users and critics to bring together diverse expertise and interpretative traditions so that the aesthetics strategies and possibilities of electronic literature may be fully understood." [87]. Si se ha discutido el problema con la vista puesta en la literatura y la plástica, es debido a que no se han encontrado ejemplos, en nuestro país, de obras musicales, de teatro o cine [88], que exploren la red como medio expresivo. Pero se debe anotar que la interdisciplinariedad de la noción Práctica Artística de Internet, apunta también en estas direcciones, y permite adoptar cualquier esfuerzo realizado desde estas disciplinas.
[67] Danto, Arthur. "El Final del Arte". Pag. 3.
[68] Brea, José Luis. "La era postmedia. Acción comunicativa, prácticas (post)artísticas y dispositivos neomediales". Pag. 34.
[69] Hayles, N. Katherine. "Electronic Literatura. New Horizons for the Literary". Pag. 12.
[70] Se ha decidido usar el concepto de Literatura Hipertextual para describir las obras literarias que usan los ordenadores y la red, y que descansan en la estructura no lineal que brindan los hipertextos. Pero se debe considerar que buena parte de lo que se dice a continuación, puede aplicarse sin cambios a la Narrativa Digital, la Poesía Digital, la Literatura Electrónica o la Ciberliteratura. En esta dirección, ocurre lo mismo que con el Net.Art, el software art, etc.; o sea, que la proliferación de términos oscurece el fenómeno.
[71] Más abajo se discute con detenimiento el significado e implicaciones de este término. Por el momento, se puede trabajar con una definición intuitiva: un texto en forma digital con múltiples enlaces a otros textos.
[72] ASCII (pronunciado 'aski’): acrónimo de American Standard Code for Information Interchange. El arte ASCII, en una definición intuitiva, consiste en crear imágenes usando las letras, números y signos de puntuación del teclado de la computadora. Surgió durante los primeros años de Internet, debido a la incapacidad de los browsers de aquel período de mostrar imágenes (Mosaic fue el primer explorador de Internet que permitió el uso de imágenes). Uno de los más importantes exponentes de esta tendencia es Vuk Cosic. Quizás el ejemplo más conocido y sencillo de arte ASCII, es el siguiente :)
[73] Brea, José Luis. "La era postmedia. Acción comunicativa, prácticas (post)artísticas y dispositivos neomediales". Pag. 13.
[74] Manovich, Lev. "New Media from Borges to HTML". Pag. 15.
[75] Palma Castro, Alejandro. "Redvistas. Catálogo de la Poesía por Internet". Pags. 37-38.
[76] Ibidim, pag. 133.
[77] Un ejemplo de cómo esta mentalidad se transporta a un medio que le es ajeno, lo tenemos en el término "página WEB", que hace referencia a la página del libro, para describir un objeto diferente de esta en muchos sentidos.
[78] Vale la pena aclarar que esto no sucede ni con las obras plásticas, ni con la literatura tradicional. Esta última gana en difusión, pero no se observa que sus valores estéticos sean sensiblemente mejorados o aumentados. Con la sola introducción en el medio se producen algunos cambios, pero no de la magnitud de aquellos que aquí se describen. Un soneto en Internet, sigue siendo, en definitivas, un soneto. La plástica, por otra parte, incluso se ve rebajada cualitativamente al ser expuesta en los medios digitales (se debe casi por fuerza disminuir el tamaño de la imagen, se pierde la textura, los colores se trastocan de acuerdo a cómo esté calibrado en el display, etc.).
[79] A falta de mejor traducción: contadora de historias net.
[80] Aguirre Romero, Joaquín María. "Literatura en Internet ¿Qué encontramos en la red?". Publicación digital.
[81] Hayles, N. Katherine. "Electronic Literatura. New Horizons for the Literary". Pag. 23.
[82] Se insiste en que no se trata de subir un cuento o poema a Internet, caso en que ocurriría lo mismo que al subir una foto de un cuadro.
[83] Ya sea: Arial, Times New Roman, Verdana, etc.
[84] Palma Castro, Alejandro. "Redvistas. Catálogo de la Poesía por Internet". Pags. 99-100.
[85] Brea, José Luis. "La era postmedia. Acción comunicativa, prácticas (post)artísticas y dispositivos neomediales". Pag. 95.
[86] Ibidim, pag. 154.
[87] Hayles, N. Katherine. "Electronic Literatura. New Horizons for the Literary". Pag. 22.
[88] Obras de Video Arte, por el contrario, han podido ser localizadas durante la investigación. Por ejemplo, Apollo 11 Top Secret (2010), de Maikel Lorenzo Pimentel. Se trata de un video falso sobre el alunizaje del Apollo 11, que "demuestra" que el histórico evento no fue más que una construcción cinematográfica. Este video se subió a Youtube, como si se tratara de metraje desclasificado. Puede verse en las direcciones:
http://www.youtube.com/watch?v=Xvem1rMmgJU; y http://www.youtube.com/user/oldveteran1911.
Índice.
- Prólogo.
- I - Aproximación a las prácticas artísticas en la red de redes:
- I.1 - Las Prácticas Artísticas en la red de redes y el Net.Art.
- I.2 - Arte "en" Internet y arte "de" Internet.
- I.3 - Algunos proyectos cubanos.
- I.4 - Relación con la tradición de las artes visuales.
- II - Prácticas Artísticas de Internet: determinaciones conceptuales:
- II.1 - La WEB como frontera imprecisa.
- II.2 - Interdisciplinariedad.
- II.3 - Interactividad e Hipertextualidad.
- II.4 - La Comunidad, y la Institución.
- Epílogo y Bibliografía.